Discapacidad Arquitectura y Sociedad | Distrito IV CAPBA | Arq. José Failla - page 88

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que no se me arruine la ropa…” decía…
A los pocos días el toldo ya estaba instalado, bien bajito, como pidió el dueño. Tan bajito que
cada uno que pasaba tenía que agacharse un poquito para no chocar la cabeza con el caño
horizontal que sostenía el toldo.
Esto no solo no le disgustaba al dueño sino todo lo contrario, porque notaba que la gente,
por tener que agacharse para no chocar con el toldo caminaba más despacio y entonces se
paraban a mirar la vidriera.
Una tarde, mientras disfrutaba de la Playa junto a sus empresarios amigos, sonó su celular.
Era la encargada del local, quien con voz desesperada le rogaba que fuese de inmediato al
local pues un señor ciego se había lastimado la cabeza al chocar con el toldo bajito. Le dijo
además que había llamado a la ambulancia porque el señor tenía una herida en la frente y
salía mucha sangre, que se había juntado un montón de gente y que estaba la policía.
Muchachos disculpen pero me tengo que ir urgente, los veo esta noche en la fiesta…
Mientras manejaba su auto rumbo al local trataba de evaluar lo sucedido, y las consecuencias
económicas que podía sufrir si hacían alguna denuncia y si le clausuraban el local…imagina-
ba los reproches que le harían el resto de los propietarios en la reunión de consorcio por no
llamar al arquitecto…
Mientras iba hacia el local, sacaba rápidamente cuentas de lo que podría costarle el asunto.
De repente no pudo reprimir una frase, dicha a media voz y con mucha bronca:
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