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Durante el tiempo que transcurre entre el inicio y el final de esta lectura , en la Argenti-
na van a nacer muchos bebés con alguna discapacidad, un accidente hará que muchas
personas se vuelvan incapacitadas transitorias o permanentes para trabajar, estudiar, o
desarrollar actividades sociales, como lo hacían antes.
Paralelamente, adultos mayores empezarán a darse cuenta que las veredas por las que
antes caminaban sin problemas, tienen desniveles, roturas etc. que empiezan a conver-
tirse en obstáculos peligrosos. También muchas mamás descubrirán que es más fácil
-aunque peligroso- llevar por la calle a su hijito que está confortablemente cuidado y pro-
tegido en su cochecito, que hacerlo por la vereda.
También en ese mismo tiempo, funcionarios de todos los niveles, con encendido ver-
bo, en conmovedores discursos hechos en jornadas sobre discapacidad, o en distintos
ámbitos, se mostrarán comprensivos al hablar de los derechos que tienen las personas
discapacitadas a ser incluidas e integradas a la sociedad, pero a la hora de hacer algo para
“levantar barreras”, aparecen injustificables explicaciones que hacen que la igualdad de
derechos solo se quede en esos
“COMPRENSIVOS DISCURSOS”
No tengo duda de que alguna vez, el derecho que tienen las personas discapacitadas a
transitar por el entorno físico, en igualdad de condiciones que las demás, será realidad,
pero de lo que hagamos cada uno de nosotros, como profesionales, funcionarios o ciuda-
danos, dependerá que ese momento llegue en el menor tiempo posible.
A manera de introducción
