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Empezó a hacerlo con voz firme, y casi dándoles ánimo a todos ellos, sus compañeros de
facultad, sus amigos de la vida.
Nunca, en los relatos anteriores habían hecho tanto silencio como cuando empezó a hablar
Federico…hasta los de la mesa de al lado querían escuchar…
Muchachos, les dijo afectuosamente, desde que llegué los estuve observando y noté que
ustedes no son los mismos en el trato conmigo.
Están desconcertados, dubitativos, son más cuidadosos al hablarme, como si conmigo la char-
la fuese más formal, y casi con apuro por terminarla. Se pasan mirando más la silla de ruedas
que a mí…
Tuve un accidente y estoy paralítico, pero yo soy la misma persona que era antes, mi manera
de pensar, de ver y sentir la vida, mis sentimientos hacia ustedes son los mismos, la única
diferencia es que ahora “camino” en una silla de ruedas…pero soy la misma persona.
Es cierto que hay cosas que para mi no son igual que antes, por ejemplo, si alguien no me lleva
no puedo ir a ningún lado solo.
Ustedes ven que la silla tiene dos ruedas grandes y dos chiquitas. Esta silla tiene este diseño
para permitirle a las personas que como yo, moverla con los brazos y “caminemos” sin ayuda.
