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cultad, decidí que era mi oportunidad de reanudar mis estudios, y
en esa Cátedra. Como los talleres tenían muchos interesados, y un
cupo estricto, me sortearon, y en el sorteo no logré entrar. Testa fue
Profesor Titular interino de Composición Arquitectónica en la FADU
UNBA, entre 1956 y 1959. Tuve sin embargo mucha suerte, fui ese
año alumno de la Arquitecta Odilia Suárez, que venía de estar en la
escuela de Taliesin, con Frank Lloyd Wright. Odilia era una mujer
llena de energía y de sabiduría y sabía despertar el entusiasmo de
sus estudiantes por el trabajo. Al año siguiente ya pude ser discípulo
del taller de Testa. Abierto y gentil como era en el tratamiento de sus
amigos, todos lo tuteaban y el hacía lo propio; quiero decir que en
mi caso, yo nunca pude hacerlo; quedó en mi siempre presente una
relación de respeto de profesor a alumno.
Mientras Clorindo era cabeza de su Cátedra,
(y aquí empiezo a nombrar
colegas que de alguna manera contribuirían a aumentar su acervo cultural),
tenía como adjuntos al Arqto. Mario Cappagli
(que después heredaría
su taller)
y a Héctor Cóppola, y docentes como Augusto Gaido y Hugo
de Witte entre otros, todos profesionales calificados y de gran jerar-
quía. En tanto, trabajaba en la Municipalidad de la Ciudad de Buenos
Aires, en la oficina del Plan Regulador. Aun pueden verse, como pro-
yectos de su autoría, los techos esculturales de las escaleras y los
jardines superiores de las galerías de nichos del cementerio de Cha-
carita. Por aquellos días también recibía la visita del Arqto. Ernesto
Rogers, con quien mantenía charlas gracias a que ambos hablaban
italiano. Rogers era miembro del estudio de Banfi, Belgiogioso, Pe-
ressutti y Rogers, destacado estudio que proyectó la conocida “torre
Velazca” en Milán, director de la revista Casabella, y que había veni-
do a la Argentina
(estuvo solo tres meses)
, llamado por el Arqto. Jorge
Vivanco, a colaborar en la formación y puesta en marcha de la que
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