Discapacidad Arquitectura y Sociedad | Distrito IV CAPBA | Arq. José Failla - page 31

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LA MAMÁ DE MARÍA
Basado en un hecho real
Desde su nacimiento, la mamá de María notó algunas diferencias en el comportamiento de su
bebita. Las respuestas a los esperanzados estímulos que ella le daba, eran distintos a los de
sus otros hijos, cuando tenían la misma edad de María. Con el tiempo esa fina percepción que
solo las madres tienen, le fue confirmando que su hija tenía algún problema. También intuía que
allí comenzaba para ella una lucha, que iba a durar toda la vida, para ayudar a su hija a desarrollar
las capacidades que, sin lugar a duda, su hija tenía. También empezaba a tomar conciencia de
que esa batalla no tendría fin,.Que la mayor lucha no sería ayudar a su hija a crecer en su disca-
pacidad, sino en las barreras sociales que debía levantar, por la íntima relación que existía entre
discapacidad, incomprensión social y la discriminación. Los distintos estudios médicos fueron
confirmando lo que la mamá de María intuyó desde siempre. La lesión en el cerebro era lamen-
tablemente irreversible. A pesar de éste contundente diagnostico y desalentador pronóstico, la
mamá de María no se iba a dar por vencida. Es mi hija -pensaba- es una persona igual a todas,
distinta a todas.
Con la esperanza y la fuerza que solo el verdadero amor puede dar, empezó a “peregrinar” por
todos los centros de estimulación temprana y rehabilitación que iba descubriendo. En su dolo-
roso peregrinar, encontró profesionales que le dijeron que no había ninguna posibilidad de me-
joría, que no se hiciera muchas ilusiones. También encontró otros que la supieron comprender
en su angustia y darle un poco de contención emocional, lo que la ayudaba a mirar el futuro con
una luz de esperanza.Su fe en Dios la ayudaba a renovar la fuerza que a veces creía perdida. Y
Dios le mostraba que estaba a su lado, en esa profunda mirada de María, acompañada por una
leve sonrisa que se esbozaba en su boca cuando ella le hablaba. La mamá de María sabía que su
hija entendía lo que ella le decía, y eso le renovaba su fe para luchar cada día, en cada amanecer.
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